Signos de identidad de los servicios profesionales que buscamos en el abogado son la libertad y la independencia, a los que se añade un ingrediente esencial: el secreto profesional. 

Protegido por la Constitución y las leyes, el secreto profesional es una obligación y un derecho para el abogado y un elemento fundamental del derecho de defensa del ciudadano. Sin resguardar nuestra intimidad o nuestra conciencia no es posible la defensa ni la libertad del individuo. Ambas se confían al trabajo del abogado, bajo su responsabilidad.

En los tiempos que corren -hasta nuestros propios aparatos nos vigilan- guardar la intimidad y el secreto es una tarea cada vez más difícil. La gran ventaja de los profesionales independientes que ofrecen sus servicios en despachos de abogados reducidos es que el secreto, la información  confidencial, no queda custodiado en archivos múltiples accesibles a nutridos departamentos administrativos, económicos fiscales, procesales, etcétera. Tan solo una o dos personas llegan a conocerlo. Y el círculo reducido de conocimiento es una garantía sólida para evitar la difusión o la pérdida de información, para asegurar su reserva y evitar que se sucedan abusos o descuidos.